¿Has observado el desorden urbano en las costas del país?
¿Cuál es tu perspectiva acerca del crecimiento sin freno de las ciudades costeras de México y su impacto en las reservas naturales?
Es innegable que vivir en las ciudades costeras ofrece una calidad de vida diferente a la de las zonas urbanas. Se sostiene que las personas son más felices y experimentan menos estrés al estar cerca de elementos de agua como ríos, lagos y mares. Existe una conexión innata entre los seres humanos y la naturaleza, y sus beneficios para la salud mental y emocional son numerosos.
Es por esta razón, y muchas otras, cada vez más personas se mudan de las ciudades a las costas o desean pasar más tiempo de vacaciones o trabajar de forma remota en destinos playeros. Sin embargo, ¿cuál es el impacto de este fenómeno en los pequeños poblados costeros del país, que no están listos en infraestructura?
México cuenta con una extensa costa de aproximadamente 11,000 kilómetros, siendo el litoral del Pacífico el más extenso, con 11 estados y una longitud de 7,828 kilómetros. Las zonas costeras en México se han caracterizado principalmente por un crecimiento turístico con construcción de hoteles y, en segundo lugar, por el desarrollo residencial en las áreas cercanas a la playa.
No obstante, como arquitecta, he observado en los últimos años un crecimiento urbano desordenado en las costas del país, donde las construcciones y los desarrollos han contribuido a la destrucción de hábitats, la alteración de paisajes naturales y la generación de residuos. Lamentablemente, esto es resultado de la falta de planificación urbana, infraestructura y normativas ambientales en las entidades.
Esta situación me ha llevado a reflexionar sobre cómo podemos contribuir. Las costas son fundamentales para regular el clima y mantener el equilibrio ecológico, además de ser áreas que contribuyen significativamente a la economía del país. Entonces, ¿cómo podemos encontrar un equilibrio entre el crecimiento urbano y el impacto ambiental?
Por mi parte como arquitecta, mi visión es ayudar a propietarios, desarrolladores e inversionistas que deseen construir un patrimonio en estas zonas, de manera que tenga un bajo impacto ambiental. Esto implica respetar las áreas protegidas, utilizar los recursos naturales locales y crear proyectos que sean casi autosuficientes. Imaginen un edificio o casa que genere su propia energía, con costos mínimos, que capture y reutilice el agua de lluvia, y que devuelva a la tierra parte de la naturaleza que ha sido afectada, mediante áreas verdes y huertos en muros o azoteas. Juntos, podemos implementar estas y otras estrategias.
Te invito a reflexionar sobre esta situación y, si te interesa, aportar tu granito de arena. ¿Cómo te gustaría contribuir?